Los carteros son personas dignas, pero si deciden ir a huelga ninguna
relación amorosa se vería afectada porque ya casi nadie envía cartas de
amor, ni de otros asuntos familiares. El 70% de la correspondencia que
reparte el correo nacional son facturas de servicios. Pero los carteros
siguen firmes y algunos ya repartieron más de un millón de cartas, pero
no tienen correo electrónico.
Parece que los carteros dejaron de ser bienvenidos en Asunción por culpa
de los mensajes que transportan, pues desde la aparición de internet y
las redes sociales han disminuido en un 70% las cartas privadas y los
apasionados arrebatos de amor en sobres perfumados fueron reemplazados
por fríos extractos de tarjetas de crédito, luz y agua.
En Asunción,
la ciudad con 520.000 habitantes y un caótico tráfico vehicular, donde
el 70% de la población tiene menos de 30 años, ya casi nadie espera que
el cartero llame a la puerta. Un país que tiene a miles de connacionales
en el exterior, movidos en el pasado por las persecuciones políticas y
ahora por la búsqueda de nuevos rumbos. Donde las cartas sin duda
cumplieron una gran labor