A los 86 años Don Ciriaco Cardozo deja el mundo terrenal para emprender el viaje hacia lo más alto y rencontrarse con su eterno amigo Vicente Rodas, quien ya lo estaba esperando con su guitarra para juntos, con el Dúo Ocaraguá unirse al coro celestial.
Ciriaco Cardozo se va de esta tierra con la misión cumplida, como soldado del arte. La populosa compañía 10 Laurelty, al que amaba tanto, llora su partida, y todo Capiatá lo recordará por siempre por su invalorable aporte a su tradición, música y cultura.
Ciriaco Cardozo, artista nacido de las entrañas ardientes del pueblo - nacido el 8 de agosto de 1932 en Capiatá - trabajaba de noche en CAPSA (década del 70). Era estibador. Sus hombres estaban hechos para la carga. Cuando la fatiga lo permitía, cantaba canciones paraguayas y mejicanas con su compañero de trabajo, dúo y amigo, Vicente Rodas
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En las canciones olvidaban sus penas de mensús urbanos, tratados como bestías de carga por los desalmados personeros de la empresa que ni siquiera les permitía organizarce para defender sus derechos. Ciriaco estaba a punto de cumplir diez años, iba a tener estabilidad laboral. Lo cierto es que el músico, de la noche a la mañana quedó en la calle.
Desempleado abandonó el entorno que amaba. Creyó que su destino era agricultor. Tomó 10 hectáreas en Cachimbo, poco antes de Caaguazú, cultivó su tierra con ahínco. Cuando su producción estaba lista, hizo sus cálculos. Diez kilos de maíz equivalían a un cuarto de aceite suelto de almacén. Fue estableciendo relaciones de precio entre lo que cosechaba y lo que consumía. El resultado era desolador. Optó entonces por volver a Capiatá. Su experiencia de kokuesero es la que le inspiró para escribir Chokokué Rembiasa. Allí pinta la ilusión del campesino que hace su rozado para encontrarse al final con la voraz plaga de la decepción.