La sede judicial de Capiatá, cuya jurisdicción abarca además las ciudades de Itauguá e Ypacaraí, está ubicada en la entrada misma de la ciudad. Esta ubicación privilegiada es lo único rescatable del local, pues los juzgados atienden en medio de extrema carencia, según indica una información de ABC Color.
Tras ingresar al único juzgado penal o al juzgado en lo civil, comercial y laboral del primer turno, ambos ubicados en el primer piso del vetusto edificio, los usuarios deben subir las escaleras de un angosto pasillo en el que no caben más de dos personas a la vez. De más está decir que se trata de un sitio vedado para las personas con capacidades diferentes, por la imposibilidad de acceso.
Por falta de espacio, a los usuarios del servicio no les queda otra que esperar hacinados en los pasillos del local, poco aireado y carente de ventilación. El calor y el penetrante olor a cucaracha que impera en dicho sector, empeoran las cosas, según indica la información.
El interior de los juzgados, la situación no es muy distinta. Las oficinas son de reducido tamaño y casi no hay espacio para caminar. El minúsculo espacio que queda para la atención al público está siempre ocupado. Hay pocos funcionarios. Computadoras e impresoras, menos aún.
Para participar en las audiencias, los interesados deben hacerlo parados, pues los asientos son escasos y casi todos están destartalados. Todas las oficinas están abarrotadas de expedientes. Hay expedientes en los pasillos, en el suelo y ¡hasta en los baños!
El juzgado en lo civil y comercial del 2° turno, habilitado hace un año y cinco meses, tiene una mejor infraestructura porque funciona en un local construido especialmente para el efecto, en el mismo predio. Ahí las oficinas son más amplias, tienen aire acondicionado, pero carecen de funcionarios y equipos informáticos.
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