El obispo de la diócesis de San Lorenzo, Mons. Sebelio Peralta, presidió ayer la misa central en honor a la Virgen de la Candelaria, patrona de los católicos capiateños. Asistieron unas 700 personas, entre ellos el vicepresidente de la República, Federico Franco, y su esposa, la diputada Emilia Alfaro. Su homilía estuvo dirigida a la familia.
El pastor católico señaló que para recibir las bendiciones de la Virgen se necesita estar bien entre hermanos, sin robos, sin violencia, homicidios. Añadió que tantos males sociales que azotan al país es señal de que los padres de familia no están cumpliendo a cabalidad sus roles.
Acotó que la familia es la escuela, el colegio y la universidad donde se forman los ciudadanos.
En otro pasaje de su prédica, afirmó que nadie es tan rico ni tan completo como para no necesitar del otro. Pidió tener en cuenta que los humanos somos frágiles, por lo que en cualquier momento podemos desorientarnos o desviarnos del camino correcto, porque no tenemos el suficiente estado físico ni espiritual.
No obstante, afirmó que no todo está perdido porque para toda madre y, más aún para la Virgen, todos sus hijos son buenos y lindos, aunque estos sean mentirosos, hipócritas, de doble moral, feos y tengan otros defectos.
“Ella, con sencillez y humildad, nos ayuda y ruega a través de su hijo Jesús que seamos perdonados”, dijo.
Agregó que solo tenemos que poner empeño para mejorar, y que es ahí donde el hogar cristiano juega un papel importante para la formación de las personas. Advirtió que los niños y jóvenes que crecen fuera del hogar son fácilmente influenciables cuando no recibieron la debida instrucción en su casa y terminan por convertirse en víctimas de la poca preocupación de sus padres hacia ellos.
Acotó que la familia es la escuela, el colegio y la universidad donde se forman los ciudadanos.
En otro pasaje de su prédica, afirmó que nadie es tan rico ni tan completo como para no necesitar del otro. Pidió tener en cuenta que los humanos somos frágiles, por lo que en cualquier momento podemos desorientarnos o desviarnos del camino correcto, porque no tenemos el suficiente estado físico ni espiritual.
No obstante, afirmó que no todo está perdido porque para toda madre y, más aún para la Virgen, todos sus hijos son buenos y lindos, aunque estos sean mentirosos, hipócritas, de doble moral, feos y tengan otros defectos.
“Ella, con sencillez y humildad, nos ayuda y ruega a través de su hijo Jesús que seamos perdonados”, dijo.
Agregó que solo tenemos que poner empeño para mejorar, y que es ahí donde el hogar cristiano juega un papel importante para la formación de las personas. Advirtió que los niños y jóvenes que crecen fuera del hogar son fácilmente influenciables cuando no recibieron la debida instrucción en su casa y terminan por convertirse en víctimas de la poca preocupación de sus padres hacia ellos.
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