La prensa extranjera que asiste a las prácticas de la selección paraguaya en Córdoba se extraña, para la oreja, le llama la atención y pregunta en qué lenguaje se comunican para entenderse y más tarde se percata que se trata de la lengua guaraní, hablada normalmente en Paraguay por el 80% de la población. Como los indígenas ancestrales, aunque con mucha mezcla ya de español, los jugadores se sienten cómodos y protegidos hablando en el idioma autóctono. Devenido en “códigos” para ordenar jugadas y sorprender al contrincante o simplemente para advertir al compañero sobre las celadas montadas por el adversario, el guaraní es válido en todo tiempo a la hora del partido para la defensa, el ataque y el remate al arco rival. En el espontáneo lenguaje utilizado instintivamente en la competencia es posible escuchar por ejemplo “¡jhaaaahhhhhh!”, un grito al estilo Tarzán, del jugador que corre veloz sin pelota para que le pasen.
En el mismo orden se oye “aimé” (aquí estoy, preparado), para recibir y dar el balón.
El repertorio es frondoso: “huguápe”, que indica al fondo, ante la corrida vertiginosa del compañero. “Pejopyke”, es la orden de marcación al rival reduciendo los espacios, que no es más que el tradicional pressing.
La variedad guaranítica es infinita, así por ejemplo se escucha decir: “¡Jaháke!”, un indicativo del “¡vamos adelante, arriba!” para generar un ataque, eventualmente un contragolpe o simplemente para pellizcar una pelota dividida.
Y cuando alguien se engolosina peligrosamente con el balón, no falta alguien que le censure y le grite: “eme'ê” (pasa, despréndete, suelta la pelota), agregado de algún adjetivado poco ortodoxo, grosero.
De la multiplicidad fonética guaraní, las más familiares son: “epo” (saltá), “epoi” (lanza), “envoveve” (saca como puedas), “ehuguaitî” (recibilo), “einupa”, chuta (pegale fuerte ya, remata), ema'e (ojo, mucho ojo, con el delantero se supone), “osoróma hikuai” (están rotos, destruidos), “eñaka'o” (cortale la cabeza), “eipyaka” (dale un golpe en el estómago, atontalo).
A veces, el vocabulario se torna más fuerte pero con el exclusivo objetivo de marcar: “ejuka” (matalo).
Puede ser que el partido sea favorable y el compañero le señale al otro: “ejepoi” (echate al suelo), o si está tendido y el árbitro viniera determinado a castigarlo, se puede escuchar “epyta upépe” (quedate como estás), “emanoite upépe” (hazte el muerto). Otro término, en tono de censura, es: “eñe'éna” (habla, no guardes silencio), o “ejehechaka” (muéstrate, no te ocultes), “ejere” (gira, date vuelta) y “epyru hatã” (pisa con firmeza). El cifrado guaraní es la fórmula, la clave, el santo y seña, la estrategia para marcar pautas y aventajar al rival en cualquier disputa o competencia.
agencia AFP