MADRID (EFE). La crisis, unida al hundimiento del sector inmobiliario, se ha traducido en España en una gran destrucción de puestos de trabajo que ha elevado la cifra de desempleados a 4,6 millones, lo que supone más del 20 por ciento de la población activa del país.
La población inmigrante, que registró un gran incremento en la última década, sufre directamente los efectos de la crisis por la destrucción de empleo en los sectores en los que muchos de ellos trabajaban (construcción y servicios) y por carecer de la red de apoyo familiar que tienen los españoles.
Muchos ecuatorianos se acercan cada día a la asociación Rumiñahui en busca de información para salir del país, declaró su portavoz Raúl Jiménez.
Junto a los argentinos y bolivianos, los ciudadanos ecuatorianos encabezan las nacionalidades que a lo largo del presente año han optado por marcharse de España.
En los últimos meses ha habido un “importante aumento de personas que tienen idea de regresar porque viven una situación de extrema vulnerabilidad: sin trabajo, sin prestación por desempleo, sin ingresos, están casi en la calle”, dijo.
En los primeros meses de 2010, el Gobierno ofreció ayuda para irse a 224 argentinos; 214 bolivianos, 140 brasileños, 85 ecuatorianos, 66 colombianos, 96 uruguayos, 50 paraguayos y 46 rumanos, entre otros.
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