LA BATALLA DE LOS NIÑOS.
La batalla de Acosta Ñu es uno de esos hechos que si hubieran sucedido en algún país de Europa o en Estados Unidos, estarían hoy exaltados como hitos de la historia universal, como un ejemplo de la valentía de los pueblos o, en el peor de los casos, habrían sido carne de guión de cuanta producción fílmica hubiera.
Pero solo sucedió en el Paraguay. Lejos de todo, ajeno a toda admiración, a algún respetuoso recuerdo, si no merecedora de una bien intencionada conmiseración.
4.500 combatientes, la mayoría de ellos con menos de 14 años, cuando no fueran heridos o mayores de 60, bajo el mando de un General que acababa de cumplir 30 años, se enfrentaban a 20.000 hombres de la alianza, de las tres armas, bien armados y conducidos por cinco experimentados generales del imperio: Pedra, José Luis Mena Barreto, José Antonio Correia de Cámara, Carlos Resín y Victorino José Carneiro Monteiro.
Cuando el Mariscal López llegó a Caraguatay, recibió por un chasque el informe de la situación del General Bernardino Caballero. Por el mismo medio le ordenaba que resistiera lo que fuera posible, que el ejército brasileño iba tras de él.
Ante la indicación, Caballero aceleró en lo posible su marcha, pero al salir a una vasta planicie, fue alcanzado por el enemigo. Sin tiempo para construir fortificaciones, sin contar con protecciones narurales que atenuaran sus desventajas, el Jefe paraguayo ordenó una imposible resistencia. Las tropas del imperio iniciaron las cargas que luego se sucedieron una tras otra.