Tras un primer tiempo más equilibrado donde ambos equipos tuvieron aproximaciones hacia el arco rival en igualdad de condiciones, Capiatá tuvo un segundo tiempo para el olvido.
La etapa complementaria arrancó con la presión visitante. A los 6´ fue expulsado Denis Meza con una roja directa. La falta cometió en la cabecera del área. Con este tiro libre la visita casi llega al gol, pero por fortuna esta tarde respondió bien Bernardo Medina.
Luego, y a medida que avanzaba el juego el tormento y la pesadilla serían aún peor. Los últimos 15 minutos la mayoría de los jugadores de Capiatá parecían anestesiados. Estaban duros, con temor, sin sangre, sin corazón.
En tanto, la presión visitante se hacía cada vez más sistemática. Capiatá en estas circunstancias jugó como equipo chico. El arquero que empezaba a hacer tiempo, mientras sus demás compañeros solo querían que termine el juego.
En las pocas ocasiones que tenía de salir de contragolpe los pases eran deficientes o los centros mal servidos. En una ocasión, en un corner a favor, nadie tuvo interés en lanzar el tiro libre de esquina. Una pena.
El juego exhibido ante Trinidense, no se compadece con lo que hoy día ya es Capiatá, un club que ha logrado grandes triunfos a nivel local e internacional. El deportivo ya está inscripto como club valorado y respetado en Sudamérica por lo que la pobre exhibición ante uno de los peores equipos de la APF sencillamente deja una gran preocupación.