El Miércoles Santo es el día que destinan las familias para elaborar el chipá. Aunque actualmente algunas personas prefieren adquirirlas de empresas que se dedican al rubro o en los supermercados, muchas aún prefieren fabricarlas.
Para el paraguayo, que ama la tradición, un día como hoy no puede dejar que en su tatakua no arda el fuego o que la patrona no prepare la masa para luego en familia moldear el chipá.
En el interior, preparar el chipá tiene todo su ritual. Comienza incluso varios días antes del Miércoles Santo, recolectando la leña, luego se buscaban el almidón, los huevos. Se reservaba la grasa de cerdo, el queso y el anís. Todo estos productos ya se tenían para esta fecha.
Una vez llegado el momento se hacía el fuego. Normalmente, la tarea comenzaba en horas de la tarde para terminar entrada la noche. Algunas familias preparaban chipá de almidón, mientras otra hacía el mestizo, con el complemento maíz.
Cada miembro hacía el diseño que más le agradaba: palomita, argolla, mientras otros moldeaban el yacaré. La cantidad se establecía de acuerdo a los miembros del hogar y de los parientes o vecinos con quienes cada año se acostumbra intercambiar el producto. El aroma de la cocción invita siempre a saborearla con una taza de cocido. Y así pasará el día, y el chipá será el gran complemento de los otros productos que se elaborarán mañana en el mismo tatakua, pero esta vez será la comida para el tradicional “karu guasu” del Jueves Santo.
Mucha oferta de chipá hubo ayer en el Mercado 4, sobre todo en los negocios que están sobre la avenida Rodríguez de Francia. Se ofertaba desde G. 1.000 hasta 20.000 cada una de acuerdo al tamaño.